Control y poder
La adaptación es el resultado de la necesidad que hubo en algún momento. Es el comportamiento. Es la forma en que una parte de ti logró resolver sin las herramientas.
Una necesidad de un niño por buscar amor y ser visto puede ser perfectamente complacida por una adaptación que luce como ser híper-crítico con si mismo.
¿Cómo? Lo he visto muchas veces: por medio de criticarse dolorosamente esa parte del individuo cree que puede lograr que la persona logre lo que quiere por forzarlo a trabajar a través de esa vergüenza, miedo y rabia. La lógica subconsciente detrás de la adaptación sería algo así: si me critico lo suficiente, lograré lo que quiero sin importarme más nada, me criticaré hasta probarme lo contrario. ¿De dónde nace esta adaptación? De lo que le hicieron en su infancia, de lo que vio, de lo que le dijeron que funcionaba las personas que lo guiaban.
Es un mecanismo válido, brillante -para un niño- y quizás en algunos pocos, funcione en términos de lograr lo que quiere por la presión tan horrible que se auto impone. En términos de encontrar esos objetivos felizmente va a ser un fracaso absoluto porque nadie logra nada felizmente por medio del miedo, vergüenza o rabia.
Claro que existe un proceso de exigencia, superación y disciplina involucrado en el proceso de lograr nuestros sueños, pero si sales todos los días a buscar concretar esos sueños en un mundo más bien cruel, con una parte de ti en misión dudando de tus capacidades, van a pasar varias cosas:
Vas a estar muy inseguro y se va a notar.
No vas a tener acceso a tu neocortex para poder utilizar las partes más altas de tu cerebro porque el miedo que vas a estar sintiendo va a bloquear ese acceso.
Tu cuerpo va a dar lenguaje y tu cara micro expresiones de miedo, vergüenza y rabia porque hay una parte de ti que no cree en ti.
Vas a estar más dispuesto a encontrar a personas que estén de acuerdo con esa crítica que con personas que crean en ti.
El peor enemigo lo vas a tener dentro.
La lucha interna entre tratar de funcionar en el mundo civilizadamente sintiendo esas emociones tan fuertes te va a agotar.
Seguro que te acuerdas cuando eras un niño y alguien te decía que habías hecho algo mal. ¿Qué pasaba? Te daba vergüenza, miedo y tristeza, buscabas aislarte, tu cuerpo buscaba protegerse porque había una percepción de peligro, y tu capacidad de aprendizaje se veía limitada, porque tu amígdala ya había enviado mensajes de pánico a cada célula tu cuerpo.
Había un riesgo de rechazo, y por tanto muerte. Ya tu cuerpo había entendido que no eras suficiente. Por eso los niños no aprenden por medio del regaño o la vergüenza. Los adultos tampoco.
Cuando te dices cosas feas como: otra vez no vas a poder, eres un inútil, nunca has podido, mira como te ven, todo lo haces mal, claro que no te contrataron, claro que no pudiste, no eres suficiente, nunca vas a poder, etc; lo que estás haciendo es otra vez reviviendo esa experiencia original de vergüenza y miedo. Y ya sabes lo que pasa cuando sientes suficiente miedo: te auto bloqueas acceso a tu Neo-cortex que es la parte más nueva de tu cerebro y que se encarga de estudiar lo que está pasando para poder tomar decisiones inteligentes.
Tratar de controlar la adaptación es una forma superficial de solucionar un problema de fondo. No va a servir. Tratar de controlar la ira que sientes cuando no te reconocen en la oficina, va a ser que te pongas más bravo y esa rabia luego salga en tu casa con el más débil o en cualquier lugar donde puedas relajarte un poquito y haya algún detonante (un bar, un evento, una cita).
¿Entonces deberías demostrar la ira en la oficina y mandar a todo el mundo a Marte a punta de golpes y patadas? Claro que no.
Lo que te sirve es la recuperación de trauma, resolver el origen.
¿Qué pasa cuando resuelves el origen? Ya no hay necesidad de tirar golpes y patadas, ya no hay rabia que suprimir en el presente porque ya la sentiste; ya hablaste, entendiste e integraste a todas las partes de ti que estaban en conflicto, ya dijiste lo que tenías que decir, ya lloraste lo que hacía falta llorar. Y quizás hasta ya fuiste al ring de boxeo y tiraste los golpes que tenías que tirar pero en el lugar correcto.
Resolver el origen o recuperar el trauma es la solución que perdura, es la opción estable, es la forma en que esa rabia no te vuelve a poseer; y si vuelve a surgir, va a ser como indicativo de un límite cruzado y vas a poder manejarla desde tu neocortex porque no vas a sentir la amenaza de muerte que ocurrió en ese niño cuando por primera vez sintió esas emociones.
¿Cómo se resuelve el origen? Busca ayuda. Empieza a observarte en tus adaptaciones, cuando te pones tan bravo o tan triste que piensas que el estímulo no justificó esa reacción: eso es una adaptación. Quien está reaccionando en ese momento es en niño de 5 años que piensa que está en peligro mortal, no el adulto de 37.
¿Por qué te sirve resolver el origen? Porque puedes estabilizar ese hombre o mujer que quieres ser en ti a través de solucionar las distintas capas esa herida. Puedes lograr presentarte al mundo genuina y amorosamente y al mismo tiempo ser feliz, sí se puede; pero no mientras el trauma siga activo en ti.